2008/10/08

C. Cornelio

En una velada de lo más apacible en una de las mesas del Crónico, remarco lo de apacible porque desde hace unos meses las noches parecen azotadas por todos los vientos del mundo, simunes de alta intensidad, tifones de corazón abierto, Poli nos presentó a Claudio Cornelio. Hace unos días lo vio tocando con su banda y le pareció que podía aportar los golpes de batería que Skay y yo venimos requiriendo. Entre trago y trago, el pibe fue cayendonos bien. Nos contaba que estan terminando de grabar un disco formidablemente destructivo. Un disco suicida, así lo llamó. Después de la exaltación que evidentemente le provocaba la grabación de su último trabajo, se puso a reflexionar, presentó ciertas preocupaciones por el cantante de la banda un tal Palo, que según Claudio no anda nada bien de la cabeza. Skay y yo lo miramos con algo de asombro ante tal confesión. Siguió relatando algunos avatares de la vida de este pibe, de su poesía irresistiblemente suicida y de sus desatrosos avatares para ganarse la vida. Cuando el pibe se fue, entre otras cosas muy contento con la propuesta que le hicimos para que sea nuestro invitado, con Poli pedimos otra vuelta más de fernet y mientras la Negra bancaba mi silencio hablado pitando fuerte una tanta larga de Parissienes me quedé pensando en las actitudes suicidas dentro de la cultura rock, ensayando mentalmente mientras miraba por la ventana las calles casi vacias de esta Buenos Aires de madrugada. Morrison, Hendrix, Brian Jones.¿Ese amasijarse en escena como un strip tease de la muerte tiene algo que ver con los que siempre hemos creido son los latidos fundamentales de la cultura rock? Puede haber accidente y puede haber exceso, nadie está al margen de ello, pero puede el rock vehiculizar las pulsiones de muerte ser esta su única y obsesa viajante?. Si así fuera la historia, el rock estaría emparentado directamente con los imperativos posmodernos que de algún modo -cada cual a su modo- intentamos combatir. Un autofascimo orgánico y físico que no me gusta. Existe otra actitud posmoderna peor que el pedito de color del granjero Rick Asley, digo de la frivolidad y la pelotudez, de la liviandad y la frivolidad, de Soda Stereo y los ultraliberales y es la actitud de intentar vencerse su propia sangre, demostrar con la propia muerte que el estado de cosas es así de inmodificable y con la muerte me voy a un lugar mejor. Si dentro de nosotros habita un enemigo, ese es el que abandona.

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