2008/10/04

Campeones del mundo

Es difícil explicarlo. No me gustaría caer en una suerte de psicología palurda y decir que la sociedad asimila triunfos abstractos para palear derrotas concretas o creer en pose de sociólogo que el campeonato mundial sirve para tapar las iniquidades que el Estado no llega a solucionar.
El fútbol es parte de esta menesunda y esta alegría no es en joda. Disfrutemos de su efímero amargor de demonio bajando por la garganta y dilatemos lo más posible este tiempo. No seamos como Enrique Symns que gritó los dos goles de Alemania para ahondar el vértigo de las caídas. La derrota es el peor de los vicios.
Ni bien terminó el partido cayó el Rosarino, nos dejó a todos con un ojo en la repetición del gol de Burruchaga y otro en sus manos dibujando concéntricos círculos blancos en una bandeja. Esperábamos salir a festejar pero el imperio de la paranoia nos cercó todas las puertas. Enrique miraba con mil ojos por las hendiduras de la persiana, Skay se quedó recostado en un sillón farfullandole a la nada. El Rosarino, gallina a muerte, no paraba de hablarle al Piojo de la influencia de Ruggeri y Pumpido en el triunfo de la Selección mientras miraba hacia los costados como si vinieran a esposarlo. La más tranquila, como siempre era Poli, se paseaba por el dpto. con un vaso de fernet en la mano balbuceando irónicas palabras en alemán.

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