2008/10/15

Colaborador de Cerdos

Enrique pretende que yo escriba en todos los números de la revista. Invirtió casi todo el transcurso de la noche -mientras dabamos cuenta de varias botellas de vino y algunas copas de grappa- intentando por todos los medios existentes, de poder convencerme. Desde que estuvo leyendo muchos de mis escritos ha quedado fascinado con ellos. Le gusta mi estilo Burroughs. Dijo que mis textos eran lo más parecido que había leído a “El almuerzo desnudo” que es sin dudas, tanto para Quique como para mí, uno de nuestros libros preferidos. Me contó que ha pasado noches enteras tratando de imitar la voz cariada y venenosa de Burroughs y que nunca encontró del todo, el modo de hacerlo, que no puede hacer coincidir en su escritura, esa síntesis que según el yo he logrado de forma excepcional. Le dije que sin embargo todo lo ha salido de su pluma tiene el fuerte sabor acre de nuestro beatnick maldito. Pero no llega a convencerse y mira con desdén hacia una de las ventanas del bar para arremeter otra vez con eso de que le de vía libre para publicar mis cosas. Se entusiasmo más cuando le dije que todos estos escritos formarían parte de una futura obra titulada: “El delito americano”. Ahí cometí el error de decirle que llevo escrito más de veinte cuadernos, con lo cual Enrique pensó que hay material de sobra y que yo estaría dispuesto a publicar todo ello en la revista. Me gusta jugar al cantante escritor al estilo Leonard Cohen. Sospecho que en un tiempo lograré un buen volumen de escritos con los cuales tendré que hacer algo. No sé. A esta tarea le dedico menos tiempo, el viaje parece haber sido disparado hacía otro lado, entonces muchas veces la parte exclusivamente literaria queda trunca sin la correción correspondiente. Textos expectantes de ese toque final que ha veces tarda tantos años en llegar.
Me negué rotundamente al pedido de Symns le dije que por ahora no quería comprometerme en nada más que en los discos y presentaciones en vivo de los Redonditos. El sabe que soy un tipo exigente con todo y que dejar que publique todo lo que hay en esos cuadernos es una irresponsabilidad artística. Enrique me miró dándome a entender que la Cerdos no puede comprometer a nadie más que a la perdición. Le deje en claro que cuente conmigo solo cuando yo tenga ganas y algo me parezca publicable. Symns quedó duro blasfemando contra el piso.

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