2008/10/07

Dupla

Skay en varias ocasiones tiene la buena costumbre de terminar los ensayos entregandome la cinta de un TDK con material previamente grabado en su casa. Todavía no entiendo bien porqué no me los presenta directamente en la sala antes de comenzar a tocar. Creo que tiene el buen presentimiento o la intuición de que las cosas por algo en especial, que todavía no alcanzo a comprender del todo, deben ser así. Yo debo irme a mi casa con la dinamita de su guitarra guardada en el bolsillo de mi camisa a desbrozarla en soledad. Confieso que me gusta llegar a casa, servirme un wisky mientras pongo su cinta en el grabador y sumergirme, adentrarme como un explorador en tierra vírgen, en el núcleo encantado de sus grandes enigmas musicales que yo de alguna manera - soy el poeta de la banda no?-, debo resolver en canciones.
Últimamente nuestro método compositivo comienza a ser el siguiente. Me tira riff y melodías y yo intento poblar esa selva con animales-palabras, fauna-prosa. Comúnmente repentizo en seguida su intención nunca demoro demasiado en asimilar a donde nos quiere llevar ese contenido musical y enseguida con una especie de automatización poética como si estuviera jugando a algún juego de un grupo de surrealistas en un a terraza de la Rue Grignard, emergen dos o tres palabras claves de un cadáver exquisito en la soledad de mis heterónimos o bien una frase que oficia de base para lo que será ineludiblemente la cabeza de la nueva criatura. Pero esta vez me puso en un aprieto. Tenía, el engrendro de Skay, por momentos el pulso de una marcha militar turca y por momentos una vertiginosa zona de ripios, laberínticos acordes de rebeldía y libertad, mucho caldo de congrio en el que nadar. Estuve todo el momento con algo en la punta del cerebro. El muy hijo de puta me miraba desde la cinta como si me estuviera desafiando. El son de una retorcida gloria subía desde el puente de su Ibánez. Rememorando ese momento acuden a mi mente hordas hambrientas descendiendo desde la montaña para arrasar una ciudad. Fuego , también veo fuego. Me dijo que esta me iba a costar y nos fuimos cada cual a su casa.Cada día creo más en la maestría de Skay, es un tipo muy parecido a su hermano, pero con más misterio, más tapado. Su soberbia humildad lo beneficia sobremanera. Cuando asoma un filamento de su ego parece una hebra de oro balanceándose sobre una bolsa de arpillera.
Los dos formamos un buen grupo compositivo, no tengo duda en cuanto a ello. Pienso en las grandes duplas de la música, por ejemplo en Jagger y Richards, en Lennon y Mc Cartney, en Gardel y Lepera y trato de desentrañar los secretos que hicieron posible esas grandes alquimias que no deben haber diferido demasiado, en cuanto al misterio de sus producciones, que a esto que nos sucede con Skay. Entre Skay y yo el vínculo, aunque suene cursi, es más bien mágico, palabra que surge para poder designar aquello más alejado de la prolijidad racional. No hay un orden lógico en el que pueda descansar algún tipo de reflexión. Me gusta pensar que estamos en manos de una organización cósmica-emocional que toma cuerpo en Patricio Rey. Antes de irme a acostar busco algunos libros. Gramsi- Artaud- Kafka.

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