2008/10/14

No te ilusiones, Polaco

Sábado 19:30. Fernet y queso provolone cortado en bastones sobre una mesa en las inmediaciones del bar Británico, pocas horas antes de que la noche abra sus compuertas y nos abra paso al simulacro del infinito y de la eternidad, siempre y cuando el peruano Roque llegue con lo que tiene que llegar.
De pronto como si nos envolviera una red de palabras pronunciadas con el más demarcado curso de poesía crepuscular a la vez íntima, cotidiana y porteña; “Naranjo en flor” seguido de “Pa’ que bailen los muchachos”, descargaron sus compases desde los parlantes de la vieja radio que está atrás del mostrador. Nos quedamos en silencio dejandonos arrastrar por esos sonidos de elevada magia popular. Cuando el locutor de la radio comenzó a hablar continuando con el programa y todavía persistía en el aire del bar, la voz del cantor y los ecos del fuelle. Rosso, pidiendo otra vuelta más de Branca, -ahora uno con cola el otro solo con agua me refirió una anécdota tan graciosa como maravillosa. En algún lugar de la noche del tango – Caño 14 o algún lugar por el estilo, dijo Alfredo tratando de escenificar la acción- el dúo Goyeneche-Troilo, esa suerte, si la anacronía lo permite de verdaderos Stones criollos emocionaba a su público con sus encantadoras cualidades de enfangados seres celestiales. En una práctica, al parecer, habitual el Polaco aprovechando un solo intermedio del pianista se agachó sobre el hombro de Pichuco y apoyando su nariz sobre el saco azul del Gordo aspiro profundo. Troilo sin mover casi su cabeza, meciendo el bandoneón como a un niño le dijo: No te ilusiones Polaco, es caspa.

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