2008/10/03

Preparando la presentación

Fuimos con Skay & Poli a ver, recorrer, y estudiar las planicies y mesetas alfombradas de los interiores de las instalaciones de Palladium. Esa discoteca que suponemos es el lugar más acorde, de entre todos los que vimos en el último mes, para la presentación de Oktubre y que de la manera de tres topólogos desorbitados auscultamos, una y otra vez, subiendo y bajando por su variado suelo. Nos quedamos encerrados desde las tres a las cuatro y media de la tarde con el dueño del lugar observando cada uno de los rincones y sobre todo cerrando el trato de manera firme para que no nos vuelva a pasar lo mismo que nos pasó con la presentación de Gulp! Cuando la exitosa Valeria Lynch extendión fechas en el teatro Astral desplazando nuestro show al querido pero cada vez más pequeño Cemento. Poli exigió que todo quede rubricado en forma de contrato, para lo cual, sorprendiendonos a todos se había llevado dentro de su cartera unas papeletas prolijamente mecanografiadas que comprometian seriamente al local a respetar, bajo todo punto de vista las fechas pautadas. El tipo firmó sin ningún problema, garantizando que todo estaría en orden.
Skay me dijo que, pese a no tener un diseño específico para que toquen bandas de rock la acústica es, o tendría que ser lo bastante buena para que la presentación salga joya.
Me subí sobre el escenario y me imaginé, en la explanada principal de Palladium a más de mil personas saltando al son de Oktubre. Indudablemente tenemos que buscar espacios grandes, las nuevas camadas bailan de forma desaforada esa danza cruda y tribal que según me dieron a entender se llama pogo. Según Kleiman, este bailecito tiene su origen en el seno de la noche londinense practicado en los distintos pubs por las bandas de punk inglesas. El pogo se nutre de movimientos desacompasados, choque, empujones, liberación catártica de energías, licuadora humana. Personalmente no me gustaría para nada estar envuelto en semejante maelström humano donde la emoción más alta que podria recibir es un rodillazo en los huevos. No tiene nada que ver con mis pretenciones de dandy de izquierda pero no me molesta. Los chicos expresan con su cuerpo la carga imaginaria, el container de energía desvelada que nosotros, del modo de una gigantesca y conjetural canción con la potencia de una buseca radioactiva le proveemos desde el escenario. Está claro que no los invitamos a bailar ningún vals. Pero, ¿inspiramos tal brutalidad?
Palladium vacio y oscuro parece el interior de un sarcófago de lujo. Son así todas las discotecas. Cuando se llene de sudor juvenil estó se parecera al interior de una galera romana. Miles de esclavos vivando por su liberación.

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