2008/10/20

Sonido de cañones

Alfredo, en una maratón sin precedentes en la consecución de un disco, recorrió casi todas la disquerías de Buenos Aires buscando en los sitios más remotos algún material que posea sonidos de cañones disparando o de estallidos de bombas. Esta tarde, cuando el sol ya se había escondido tras los edificios, dejando la ciudad bajo un relente amarillo llegó a mi reducto con el rostro estampado de victoria, con toda la satisfacción de haber encontrado la figurita difícil, que yo, sabiendo que era una de las pocas personas en el mundo capaz de lograrlo, le había solicitado para poner de fondo en la introducción de “Fuegos de Oktubre”. Lo conseguió de casualidad dijo, cuando ya creía que había agotado todas las posibilidades de hallar mis solicitados estruendos de cañón, en uno de esos oscuros sucuchos de Rivadavia, unos localcitos donde se suelen juntar unos para nada simpáticos muchachitos rapados que alardean, -entre simbología heráldica camuflada sobre posters de la ciudad de Berlín en la pared, ejemplares piratas de Mein Kampf, pelo cortado al ras y pose de cancerberos- con el resurgimiento del nazismo. El disco que consiguió Alfredo – me cuenta, riéndose, que lo miraban con caras de pocos amigos, supone por su barba y aspecto neobolche y que dudaron bastante antes de venderselo- es un disco que contiene discursos referentes a la Segunda Guerra y los fachitos lo guardaban como una reliquia porque en una de las pistas contiene la voz de Hitler arengando a la tropa alemana antes de partir a Rusia.

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