2008/10/11

Tom Lupo

Estaba ensimismado como de costumbre en estos últimos días en el centro de los compases catárticos de mi pensamiento mientras me aprestaba a comprar puchos en un kiosquito de la estación Once cuando dí con ese tipo que dios sabe como se llama en realidad pero que el insiste en que lo llamen Tom Lupo. Se paró detrás de mí esperando su turno en el kiosco. Cuando me dí vuelta para irme, encerrado entre el vidrio de la vidriera y su codo extendido, no pude escabullirme para no saludarlo. Lupo, el psicoanalista chaqueño con ínfulas de galán a lo Bogart y de palabrista inusitado a lo Girondo. Enseguida acomodó con impronta de simpatía su gesticulación recia para parecer más cordial y me estrecho un leve abrazo. Apenas cruzamos unas palabras, donde los dos nos preguntamos lo mismo, si sabíamos algo de Deborah, si había vuelto de Machu Pichu o había decidido instalarse en Bahía, decidimos que los poco menos de treinta minutos que quedaban hasta que parta el tren lo invertiríamos en unos rápidos tragos en la barra de unos de los barcitos de comidas rápidas que hay en Once. Lo conocí hace un tiempo en casa de Deborah. Los asistentes a aquel – por denominarlo de algún modo- mitín poético reventón, reunión propia del talante de esta incipiente democracia con sus sed profunda en abrevar en los mares de la mas ambigua libertad más que en un revival sesentista, donde yo vendría a hacer el papel del oscuro cantante de rock con buenas letras, -y que entre otra cosas, debo confesarlo, estaba más allí por una presencia femenina que me estaba consumiendo, noche a noche y sin compasión el hígado, que por otra cosa- se habían congregado bajo la dura y nicotínica voz del juglar Tom Lupo. El tipo parecía conocerme, yo en cambio no. Deborah, delicada cicerone de almas, hizo las presentaciones de rigor mientras nos servía unas copas tremebundas de fernet, un néctar negro como agua de río rebalsando las copas y en aquel apretón de manos y en ese abrazo reconocí a un tipo con una energía nebulosa y sombría, aunque, debo reconocerlo, no exenta de humeantes resplandores, propio de los personajes que se han dado cita hasta ahora en el rumboso viaje de Patricio Rey.
Lupo tenía en ese momento un programa de radio a la medianoche, en una radio que, como dicen cuando se trata de una estación ignota, se caía del dial, pero con una audiencia de lo más granada y fiel, donde me contaron, pasaba mucho de nuestros temas e inventaba – de acuerdo a una mitología bastante apócrifa acuñada como los viejos relatos orales, en el pasaje de boca en boca de hechos anecdóticos y de catadura semi épica- un poco nuestra historia.
Aquella noche en el living de la casa de Deborah - un cálido lugar atiborrado de objetos hindúes, humo de sahumerios y una bodega colmada de bebidas espirituosas- , donde sobresalía parada sobre una mesa ratona una monumental esfinge de Shiva construida con un pesado metal de color dorado, traída por Marcos de su último viaje por los laberintos de la profunda Delhi, Tom Lupo, en su esforzada versión poeta y abrazado a la diosa hindú no paró un instante de recitar de memoria al portugués Pessoa. Algo que en un primer momento llego a sorprenderme y a atraparme para terminar sencillamente aburriéndome.
En algún momento de la velada cuando el fernet como la noche se fueron consumiendo en el epicentro de su monolítica negrura, se me acercó y convidandome un Gitane me confesó su admiración por lo que venimos haciendo con los Redonditos. Siempre temí, lo que considero una capacidad especial de la percepción y que denomino con el nombre de: lectura del revés de la baldosa. Paso a brevemente explicarlo: el pensamiento como una baldosa despegada de la vereda, su revés: la tierra adosada, las irregularidades del pórtland, los ácaros, lombrices y tuercas oxidadas. Con frecuencia me niego a levantar la baldosa pero esta se empecina en mostrarme su colgajo de impresiones que tomando en consideración las de Tom Lupo destilaba la más previsible de las envidias. En algún momento pensé que se trataba de algún tipo de broma. Después de decirme si sabía que en sus comienzos Manal, la mítica banda de Javier Martinez, así la llamó, buscando un nombre similar a los de sus admirados Cream se habían puesto Ricota, soltó al pasar que él ya había pensado en montar un espectáculo de monólogos con música rock de fondo con el nombre de Octubre, donde a través de presupuestos, “marxistas y freudianos” llevaría a cabo una radiografía letal de la sociedad posmoderna. Dejé que descargue su curioso arsenal empático disponiendo en mi rostro una oronda cara de poker. Llegó a tal punto la cosa, -también tenía un cuento muy similar a la historia de Roxana Porcelana- que de la bronca inicial pasé a una suerte de simpatía por el obstinamiento en mostrar similitudes creativas. Acoté grageas graciosas al análisis lacaniano de Barbazul y me dije que después de todo el chaqueño no podía ser sino un acólito ferviente, un verdadero fiel de Patricio Rey y que si quería rivalizar o pasarme factura de derechos de autor lo hacia de una forma tan abiertamente devota que lo agendé enseguida entre nuestros seguidores más desmesurados.
Tom Lupo, antes de tomar el último trago de cerveza, compró una petaca de wiskey que el tipo que atendía saco del mismo aparatejo de vidrio donde guarda los pebetes y nos fuimos los dos, caminando con rapidez hacia al andén para tomar el tren eléctrico que, en segundos nomás nos arrojaría hacia el oeste de la Capital. Tom se iba a Moreno a visitar una paciente de su diván que al parecer, entre sesión y sesión, le había mordido el corazón y yo volvía a Ramos. Nos acomodamos en los desvencijados sillones de cuerina del tren y en un principio nos dejamos llevar por el sopor tumefacto de este tipo de viajes. En silencio me pasó la petaca de wiskey y me señaló con el indice riendo sordamente una inscripción con birome en la parte de atrás del asiento. Ni bien pasamos Caballito comenzamos ha conversar acerca de las pintadas en las paredes. A los dos nos sorprendía su constante multiplicación en la paredes de toda la ciudad, su diversidad temática y de que forma las tribus barriales iban encontrando nuevos modos de ir tanto delimitando sus zonas como abriendo nuevos espacios de expresión. Tom Lupo me decía con su voz grave que estos grafittis contienen, pese a su grafía muchas veces deforme, ilegible, o superpuestas unas a otras una información maravillosa que va desde las internas sindicales de los ferroviarios hasta el ascenso de la última bandita de rock barrial y que son mucho más interesantes que cualquier revista de actualidad que pueda encontrar en los puestos de diario. . Me habló de “Los Vergara”, un grupo artístico dedicado a pintar frases ingeniosas en los paredones vacíos de Buenos Aires. El como yo, tenía memorizado muchos de los grafittis más famosos del Mayo Francés, los fuimos intercalando a lo largo de lo que restaba del viaje como si no solo estuviéramos ante el paisaje semiapocalíptico del gran Buenos Aires sino también ante los antiguos muros de la Sorbona y del barrio Latino. Me contó que uno de los más famoso graffitis de esa época el que decía algo así como seamos sensatos , pidamos lo imposible, lo había ideado un uruguayo llamado Escari que formaba parte del entorno cercano del otro uruguayo, el entre otras cosas dramaturgo Copi. Me prometió acercarme un pequeño librito con una recopilación de estos así tambien como unas fotocopias con el trabajo de Los Vergara .Como si hubiera ido contabilizando cada una de las pintadas que visualizamos en este tramo del viaje. Lupo me arrojó las cifras de su balance. V8 ganó por muerte me dijo al despedirse, cuando bajé en la estació Ramos Mejía.
Mientras caminaba hacia mi casa recordé la pintada a la altura de Floresta con aerosol verde, “Los ojos ciegos bien abiertos” y aquella otra “al planeta un bombazo le vamos a dar”. Una nueva forma de emoción me recorrió la médula, emoción parecida a la que experimento durante los show. Aquel mapa de la cultura urbana inscripto en paredones marginales y en el hierro de viejos galpones encerraba un gran poder de simbolización y un nuevo campo de pertenencia para los jóvenes. Leyéndolos se podía acceder a zonas no reveladas de los pibes, a la bodega secreta de sus sueños y desvelos. Con esto se ha recuperado o vuelto a inaugurar un modo de expresión que desde quizá las cuevas de Altamira pasando por las amenazas pintadas con carbonilla en la Edad Media hasta el Mayo Francés y más para acá toda la cultura callejera neyorquina del Bronx y de Chinatown por ejemplo se ha erigido como la voz de los que no tiene otro sitio de expresión. Iba intentando esta torva arqueología de la pintada callejera buscando sobre todo la diferencia esencial que tendrían con las pintadas políticas de la decada pasada cuando entre las sombras de la noche tres pibes se daban a la fuga luego de garabatear algo en la pared vecina a mi casa. Hice fuerza para que sus piernas fueran más veloces y hábiles que las ruedas del patrullero que los perseguía. Antes de entrar a casa vi como todavía chorreaban los trazos de aerosol fresco sobre la pared. Milicos Hijos de Puta decía con grandes letras rojas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este pica en punta, sentí q iba sentado en el asiento de al lado, escuchando filosofar a los kias,

Soda Stereo
un sentimiento
Somercial!!!!

Anónimo dijo...

hola andres, buenas noches,
mi nombre es mariano tengo 28 años y desde ya casi quince años escucho como musica de cabecera redondos, pasando despues por el resto del rock nacional y esquivandole un poco a toda la movida del que yo llamo rock barrial, me refiero a todas estas bandas emergentes de de rock rolinga, pero bueno estan y tambien tienen por pocas que recuerda algunas letras o melodias que suelo tararer.
lo que realmente me motivo a dejar este mensaje es que lo que escribis
ealmente me conmovio; me conmovio desde el lado que no pude dejar de leer todas las notas anteriores y realmente me trajeron infinidad de recuerdos, noche de fernet, licores baratos, y quilombitos que hoy extraño.
loco siento ganas de sacar la remaera que duerme en el fondo del cajon y volver a calsarla y llevarla como tatuaje en la piel.
espero con verdaderas ansias que se los pueda volver a ver tocar juntos, que esa comunion de infinidad de almas gritando toso lo mismo pueda volver a escucharce.


redondo redondo redondo, redondo te quiero decear que pases feliz año nuevo que pases feliz navidad

SAbado y Domingo a la plata.....