2008/11/04

Groggy

Kleiman es el gran arqueólogo de mis letras, cada palabra , cada encadenado de frases que ha surgido de mí para las letras de la banda le parece un trozo de tablilla asiria a descubrir. Anoche, mientras liquidábamos una pinta de jerez en una de las mesas del Británico, y mientras Skay, Poli y Enrique discutían acerca de cuanto debe valer una entrada a un recital de rock, me comentó con tono irónicamente erudito, si sabía de donde provenía la palabra groggy.
De la jerga del box- le respondí y empecé a bucear en mi precario inglés de cabotaje a que palabras que sugiera, muerte, cansancio o borrachera la podía asimilar. No encontré ninguna que realmente me convenciera.
En el argot de la Marina Real Inglesa, me dijo Claudio el grog era el ron ordinario y acuoso que tomaba la tripulación, si, ron del peor cortado con agua para rebajarle el contenido alcohólico y para que los tipos, que de muy temprano ya le entraban a dar con un cucharón no se mamen tanto. Lo preparaban todas las mañanas en un barril para ir calmando un poco el ímpetu de las fieras a bordo. Así que groggy debe referirse a alguien pasado de grog.
Asimilé con asombro la etimología que me ofrecía Claudio mientras mi oído derecho hacía un esfuerzo tremendo por dejar de escuchar la voz de Symns que seguía discutiendo ahora solo con la negra Poli, de si está bien que un rocker, un artista que pretende subvertir el orden dado de las cosas y si se quiere revelar la conciencia de las manadas más jóvenes, se convierta en millonario. Más que afecto o cariño Symns me produjo siempre una gran admiración, contemplar o interactuar con esa sucia inteligencia en harapos mostrando permanentemente sus afiladas garras de homeless del averno siempre me ha resultado una experiencia intensa, pero debo confesarmelo aunque me pese en la conciencia que a menudo el pobre Quique se torna insoportable.
No es casual que siempre sea por asuntos de guita. Siempre tiene problemas de dinero y lo que es peor, problemas con el dinero en sí. Creo que hemos llegado a una altura de nuestras vidas en que un billete no solo sirve para enrollarlo y formar un canuto para jalarse una raya o de forma compulsiva e irracional apostarlo a las patas de Egg Toos o de la yegua Matrerita. Bien, por el romanticismo caótico que postula Enrique en cada uno de sus actos pero llega cierto punto en que su compañía se me hace difícil de soportar.
Me hago el otario como si no lo escuchara y sigo hablando con Kleiman como si estuvieramos en una mesa aparte. Te voy a mostrar, de dice Kleiman con la última gota de jerez colgándole de la boca, que en la Retórica o en la Política de Aristóteles está la frase “el futuro llegó hace rato”. Le respondo algo que Claudio ya sabe. No recuerdo haberlo leído pero uno reproduce emocionalmente todo aquello que con cierta intensidad a pasado por sus ojos. También la frase tiene su buen tinte de impersonalidad y puede haber sido proferida en cualquier época.
Absorbidos como estabamos en nuestras conversaciones no dejamos por eso de ver y oír la singular escena que daba la Negra Poli en el centro del bar, iluminada de atrás, parecía la villana de algún film clase B, invitando a Enrique, si a Symns, a trenzarse a golpes de puño en la vereda. Tuvimos cuidado con Claudio en la forma de disuadir a la Negra porque montada en cólera se torna indomable hasta para el propio Skay. Enrique se disimulaba en el ambiente detrás de su cortina de ginebra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Loco.. esto es poesía
de principio a fin..

qué hermoso es cuando encontramos gente parecida

saludos, pa
exitazos