2009/02/04

Dominicanas II

Hace unos minutos regresamos de Altos de Chavón, una villa de estilo renacentista construida por un millonario en 1978. Enclavado en el centro de la villa, allí entre medio de las más pintorescas y elegantes mansiones de fin de semana se erige un moderno anfiteatro que despide un aroma permanente a cemento y que es réplica exacta del que usaban los romanos. Calculé que tendría una capacidad para más de 5000 personas. No me pude resistir a imaginármelo colmado por las bandas, con Skay y conmigo en el centro del escenario dándole rienda suelta al espíritu de Patricio Rey. El guía con cierto orgullo nos decía que fue inaugurado por Frank Sinatra.
Ahora nos quedamos en la suite. El aire acondicionado nos brinda el clima exacto para repeler el calor que desde hace unas horas se ha tornado demasiado denso y pesado. Apoyo sobre la mesa que por fin me ha conseguido el conserje, una caja de habanos Arturo Fuentes 100% dominicanos con capa proveniente de Sumatra. Los preferidos de Francis Ford Coppola y Miterrand, según me aseguró el vendedor. Enciendo uno y mientras me deleito con el sabor a almendras tostadas del puro hojeo “Rubí” el libro que me ha regalado Virginia y que trata de la vida de Porfirio Rubirosa el latin lover más famoso del mundo amante entre otras de Joan Crawford y Zsa Zsa Gabor. Se hizo mierda en una Ferrari al salir en curda de un nightclub de París. Dejo el libro y tomo mi cuaderno dominicano, así llamo al block espiralado que tiene a una bailarina de merengue dibujada en la tapa.
Desde que estamos en el Riu he llenado unas cuantas hojas. Textos que esperan ser canción. Mientras los releo me he dado cuenta que tres de los seis más definidos tienen por protagonistas a una mujer. La reescritura de lo que voy a bautizar “Caña seca y un membrillo”, “Gran Lady” y “La hija del fletero”. Estos más “Pituca” y “Susanita” conformaran el quinteto de lolitas, madamas y heroínas que habitaran el próximo disco. Creo que van a encajar bien en el andamiaje oscuro del proyecto. Como pequeñas y brillantes piedritas de larimar incrustadas en el lomo oscuro de un lobo.

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