2009/03/06

Cintas emotivamente peligrosas

Semilla abrió la cajita del cassette con el mismo cuidado que si estuviera intentando desactivar una bomba. Skay, preso de la curiosidad más incisiva, se asomaba por sobre el hombro de Semilla para intentar ver de que se trataba el asunto. Yo tomé la cajita entre mis dedos y saqué la fotocopia color que desprolíjamente guillotinada presumía de tapa. Miré al pelado con bigotes, -que en última instancia, aunque me cueste dar crédito vendría a ser yo- achinar los ojos y fruncir la cara para pegar el alarido. En estos últimos años he visto miles de fotos mías expuestas en diarios y revistas pero nunca me doy cuenta de donde son, digo que no reconozco el lugar y el momento en que fueron tomadas. Alguien podría decir, Skay y Poli a veces arriesgan estas posibilidades, que por ejemplo esta con la camisa roja pertenece a la noche que tocamos en Skylab, o esta tal otra a Casa Suiza, pero la verdad yo no tengo la más remota idea a que trasnochada velada pertenecen cada una de esas fotos. ¿Cuántos recitales hemos dado? Diez por año en veinte da como doscientos, aunque creo que deben ser más. Es raro perder la cuenta de las cosas. Sobre todo de las que a uno le gusta realizar. Me vuelvo a mirar en la fotocopia color y sospecho que esta foto en la que todavía poseo bigotes se remite a un tiempo ya lejano, sin límites precisos, que podría ser nombrada como la época under. Zona 70-80, zona temporal previa al inimaginado ascenso de Patrico Rey a los cielos del rocknroll. La cinta empieza a sonar, está tomada en el Stud Free Pub. Las pulsaciones calientes de Música para pastillas comienzan a evocar el ambiente y a causar estragos en la memoria emotiva. Algo de eso me temía. Hace tiempo que sé, que nuestros boglets se venden por todos lados, que los chicos los conocen de punta a punta, pero nunca quise ni me atreví a escucharlos. Me enloquece que puedan escuchar esas grabaciones tan malas, algunas casi inescuchables por la calidad del sonido. Me enteré que hasta anda dando vueltas la grabación de Salta, de lo del Polaco en el 78. Cuando surgió la idea de grabar el potpurri, idea de Skay que yo avalé con gusto pero sin saber bien a donde apuntábamos me entraron, por primera vez, ganas de escuchar alguna de las cintas piratas. Le encomendé la tarea a Semilla que sé que tiene algunos amigos cercanos que están haciendo algunos manguitos con esto y le pedí que nos manden la grabación más nítida del potpurrí que tengan. Semilla adelanta el cassette buscando los primeros acordes de Mariposa Pontiac y Skay lo para en seco diciéndole que deje que la cinta corra sola. Me pone nervioso el mohín nostálgico de Skay que ahora se recuesta sobre uno de los sillones como si se preparara para un largo viaje. Antes de recostarse me mira para constatar que sigo a su lado, que no me he fugado y me invita o me obliga con la mirada a que no lo abandone. Por lo cual no me queda otra que empezar a masticar con los dientes del corazón la voz de Claudia Puyó cantando “Mi madre alemana”.

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