2009/03/06

Stones cariocas

Nos tomamos el avión para Río de Janeiro. Un tranquilo vuelo nocturno que por fortuna y gracias al blister de adormidera, que antes de partir, me calcé en el bolsillo superior de mi camisa, realicé dormido como un tronco. Después de algunas idas y vueltas para terminar de tomar la decisión nos vinimos al país de la fiebre a ver a los Stones. Skay y Poli fueron los más entusiastas para el viaje. Yo temía venir a ver un evento de museo de cera, temía desilusionarme pero no podía morirme sin ver a Sus Majestades Satánicas en acción. Todo empezó cuando nos enteramos que venían a la Argentina. Una noche Poli nos comentó que Grinback llamó por teléfono y disculpándose de antemano por molestarla le dijo si queríamos compartir alguno de los shows (no empleó el término telonear) que solo tenía que levantar el tubo y proponer la fecha. Poli con total diplomacia le agradeció la propuesta pero le dijo que como él ya sabía no estaba en nuestros planes compartir cartel ni siquiera con los Stones.
Así que nos quedamos pensando en eso y sobre todo nos quedamos pensando en la imposibilidad de ir como espectadores. Nos moríamos de ganas pero como están los pibes era imposible. No podemos ver un show con veinte chicas a upa y veinte pibes a caballito, uno entiende y agradece tanto amor pero....
Antes del recital nos fuimos a tomar unas cervezas al bar de Angelito en Rio, en la rua Cavalcanti. Angel es un gran amigo, un viejo freack platense que anduvo haciendo equilibrio sobre los desbarrancaderos de la cultura rock hasta que encontró la forma de vivir de la gastronomía, tiene dos restó en Rio y un bar temático dedicado a Hendrix. En una de las paredes brilla una de las chaquetas de Jimmy enmarcada. Después de varios litros de cervezas y formando parte de una marea humana ingresamos al Maracaná. Hacía años que no estaba metido en medio de una marea humana. Una extraña sensación de euforia le ganó al fastidio. Luego de subir innumerables escaleras y de atravesar una serie de misteriosos recodos de cemento quedamos instalados en una de las plateas del Estadio. Más de cien mil negros ahullaban como locos pidiendo que salgan los Stones. Tanto Skay como yo ( lo hablamos en el vuelo de vuelta) nos imaginamos un día tocando en algún estadio como el Maracaná. En los primeros minutos del show seguí atentamente las figuras de Jagger y de Richards tratando de creer que eran aquellas mismas bestias frenéticas de los 60 y no unos artefactos técnicos que los suplantaban.

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