2009/05/02

La mas negra de las oscuridades

Me queda el espectro fugaz de Skay. Su espalda huesuda dando el portazo simbólico. Me queda todo el estruendoso griterío de Poli condensándose en un posterior silencio criminal.
Nos queda esta herida, esta inesperada bifurcación de los destinos que del modo de un río al cual le cambian artificialmente su curso produce en su cauce un barro nuevo y resbaladizo que espera su propia ración de ahogados.
Fueron muchos los llamados telefónicos sin contestar y muchas las escasas palabras, los monosílabos cortantes que operaron igual que venenos intestinos sobre el final.
Percibo dos perspectivas desde el dolor, la primera pura sal en la hendidura abierta de la separación, desaparición de lo que fuimos y fuego que consume y transforma en cenizas los más imperecederos vínculos que conocí en el marco de esta vida.
Mi pesadilla actual es la fiereza seca de los últimos ojos de Skay, como si masticaran con angustia y voracidad el cemento que se aglutina en mi corazón.
El otro plano el que hace lograr que respire tiene el sello más duro del rocker, del tipo que entiende como nadie este tipo de conflictos. No hay pesadilla ni dolor solo una molestia por la pérdida de la elegancia en los últimos minutos como si se me hubiera manchado la corbata en una velada imposible.
Estos dos extremos tironean de mí cuando trato de hacer pie en la zona de equilibrio.
Sin embargo no puedo emerger de un estado de perplejidad y sentir que los Redondos ya no son.
Un zumbido de deriva me acompaña en las mañanas, una leve depresión que no crece más por el vibrar vital de Bruno.
No quisiera pensar en mi carrera solista pero me obligan. Quieran o no, el cerebro avanza. El artefacto crea un dispositivo para contener al futuro.
Me sobresalto al pensar quién será el encargado de trasmitirle oficialmente lo sucedido a Semilla, a Walter, a Sergio quien cargará con esa puta tarea.

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